Buenos días a todas!
Bienvenidos a otro lunes de semana intensa de trabajo… no sé a vosotras, pero yo recuerdo como muy lejana mi última semana de cinco días.
Y empezar un lunes después de un fin de semana de rebajas, sábado y domingo todo abierto a horario completo, es casi comenzar un lunes descansando.Las rebajas pueden tener su utilidad, si. Pero hay que ser muy organizado, planificado, y conseguir mantener la mente limpia y clara.

Es que está claro, a las rebajas no se puede ir a mirar. El típico pensamiento de: «voy a darme una vuelta por las tiendas, a ver que se cuece». NOOO, ERRORRRRR. Esperate dos semanas, será, de verdad mucho más fructífero.
Por el contrario, está la gente previsora, entre las que me encuentro. Después de pasearme por las tiendas durante octubre, noviembre y diciembre, en repetidas ocasiones, encontré mis dos objetos de deseo… eso sí, fuera de mis posibilidades. Comenzó con un «me gusta, me lo compraría», se transformó en un «es precioso, lo quiero», y terminó como suelen terminar estas cosas: «claramente, lo necesito, no puedo vivir si él». En un momento de cordura máximo que me alcanzó en ese momento, llegué a la conclusión mas lógica: «me espero a rebajas». Si, claro, en rebajas me lo podré permitir.
Y llegó el día de rebajas. Día siete de enero por la tarde. Lo tengo fácil, sólo tengo que ir a esa tienda, encontrar mi tesoro, pagar, e irme. No chocaré con toda esa gente en su lucha intensa por encontrar el chollo, estoy por encima de ellos, yo, ya sé lo que quiero. Llego a la tienda, aunque el paseo tampoco ha sido muy cómodo. Desde la puerta, veo la marabunta peleándose por los percheros y las estanterías. Me compadezco de ellos, yo ya sé a dónde voy. Me dirijo directa a la sección en la que se encuentra mi tesoro, busco con la mirada, una vista general, nada. Abro perchas, levanto prendas de estanterías, nada. No puede ser, sólo he dejado una mañana de margen, ¡¡no se pueden haber acabado todas las tallas!!. A mi no me gusta eso de preguntar, así que busco desesperadamente por el resto de secciones, en rebajas suelen mover las cosas, tampoco, nada.

Así, que sumida por una gran derrota, salgo con la cabeza baja del local, cuando, en un flash por mi cabeza detecto una manga sobresaliendo de la prenda más buscada de la historia de mi vida, sin exagerar sin un poco. La saco, cojo mi talla, ¡si! ¡la tengo!. Miro el precio…. ¿perdona?, se les debe haber olvidado la pegatinita que reduce el precio a la mitad. Miro el entorno más próximo, y detecto el cartel diabólico más temido: ?¿?¿NUEVA COLECCIÓN?¿?¿. ¿Cómo que NUEVA?, ¡Será nueva de septiembre!. Sé que sabéis como me sentí en ese momento, sé que nos ha pasado a todos.

En un afán de que mi día tuviera un mínimo de éxito, me doy una vuelta por el resto de la tienda. Tengo que conseguir comprar algo rebajado. Al final, la historia de siempre, compras la prenda más básica de todo tu armario, una misera camiseta de algodón. Probablemente la compro por un precio mucho más alto de lo que se debe pagar por ella, pero es que claro: «antes valía el doble», «tengo que comprarla, es una ganga». Vamos, la historia de todos los años. Lo prometo, el año que viene, no voy. ¡Estoy harta de sentirme manipulada! (pd: a no ser que pasé por delante, y mire a ver que se cuece…)
Un saludo, Tousette.
La Moleskine de Jose: Yo soy de los que va los primeros días, no encuentro nada y me espero hasta el final que es cuando están los chollos.
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